Por: Luis Daniel Ortíz - @vivirelbolero
“No me preguntes qué me pasa, tal vez yo mismo no lo sé. Préstame unas horas de tu vida, si esta noche está perdida encontrémonos los dos”.
Así comienza la narración de esa diminuta historia en la cual queda plasmado el sentimiento, la soledad y la necesidad de un ser humano que transita por el intrincado mundo del desamor.
No se trata de entablar una conversación, es más una súplica de compañía para intentar, con muy pocas esperanzas de resolver, lo que se vive, en lo cual, lo menos importante es saber qué sucede, sino el descifrar ese misterio demasiado pesado para un par de hombros solos.
He de ser reiterativo en cuando a mi posición con respecto a la razón de ser del bolero. En esta oportunidad, el que analizaré es pieza relevante para sostener lo que señalaré a continuación.
El bolero es la historia íntima vivida en un momento y tiempo determinado por alguien que ha sufrido y vive un desamor. La tristeza lo absorbe y lo convierte en la marioneta que ha de moverse al ritmo del dolor que la situación le impone. En consecuencia, el bolero, cuando se acaba el amor, es dolor; es desamor, Es despecho.
Como consecuencia de los momentos de sufrimiento, quien los padece decide -sin egoísmo alguno-, dejar que otros se enteren de su drama a fin de que, en caso de vivir lo mismo, sepan a qué se enfrentan, como lo asumirán y cuáles serán los caminos por transitar.
Bajo esa firme convicción -por demás plena de solidaridad-, materializa con su puño y letra la breve pero dolorosa historia llena de detalles, de momentos, de padeceres. Acaba de nacer un bolero.
Es resto es música, acordes apropiados y precisos, la musicalidad propia y el resultado, luego de haber sido revisado, adecuado -pulido sería la expresión más gráfica-, lo lanza a la vida para que sirva de referencia a aquellos que han sido abandonados en el camino de la ingratitud amorosa. El bolero se convierte en referencia.
En una inolvidable velada que sostuve con la cantante venezolana Esperanza Márquez, de larga trayectoria impecable, reflexionamos acerca de la marcada diferencia entre el bolero y la balada. Al final de la charla y amena -hablar con ella era un deleite-, llegamos a una conclusión por unanimidad: la diferencia entre ambos géneros musicales está en la profundidad del barranco (entiéndase despecho, dolor, sufrimiento). Si ese es breve, será balada. Si en cambio el barranco es profundo, será bolero.
“Emborráchame de Amor” fue grabado en 1960 por el cantante de cantantes Héctor Lavoe bolero de la inspiración del peruano don Mario Cavagnaro Llerena. Esta pieza musical fue interpretada por primera vez por el peruano César Gonzales acompañado por la orquesta Sensación Tropical dirigida por Mario Cavagnaro.
Cuenta la historia menuda que Héctor escuchó esa versión y la convirtió en su carta de presentación acompañado por la orquesta de Willie Colón, llegando a plasmarlo en su primer trabajo discográfico con la orquestación del prenombrado.
La historia contenida en la letra del bolero trata de un marinero que baja de un barco una madrugada, entra en una casa de placer y le pide a su compañía ocasional -una mesera verdadera terapista del amor-, que lo emborrache de amor.
“Emborráchame de amor” supo retratar el extravío del cantante salsero vagando entre las sombras al decir, casi en una súplica, “no sé quién eres tú y no interesa, sólo sé que mi tristeza necesita de tu calor y al esconder mi cara en tu cabello, pensaré que sólo es bello este instante del amor”. Para nada ha de importar todo lo demás.
La entrega en la oscuridad de la noche que agoniza, es justificada cuando el cantante le dice a su acompañante “piensa que tan solo soy un hombre y si lloro, no te asombres, no es por falta de valor”. No olvidemos la expresión popular “macho no llora” al menos a la vista de todos. Pero de que lloran, lloran.
Será hasta la próxima. Hoy, nos hizo falta tiempo (Armando Manzanero).
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